El Origen de la humanidad: La leyenda de Fura-Tena
«Era Are, el dios supremo, creador de la tierra y la gente de los Muzos, como una inmensa sombra inclinada que miraba por los lados del Gran Río (Magdalena).»
Pese al entusiasmo de haber creado el mundo, el dios Are notaba que algo faltaba en su creación. Junto al río vio unos juncos y, de forma descuidada, tomó uno y creó una figura tan bella que la llamó Fura (mujer). Intentó repetirla con otro junco más grande del que le salió Tena (hombre), luego los arrojó al arroyo, donde se purificaron besando la espuma, respirando y viviendo. , con ellos, los dos primeros seres de la raza humana. Al toser sobre las figuras éstas cobraron vida convirtiéndose en una hermosa pareja humana. Are les anunció que su vida sería feliz, que no conocerían dolor, ni enfermedad, ni muerte… si le respetaban y le eran siempre fieles. Así, la pareja vivía en un precioso valle en la felicidad más absoluta.
Así que Fura y Tena formaban el mundo de Muzos; Pasaron los años y los siglos, generación tras generación, pero el tiempo no los alcanzó; Siempre en la juventud perpetua y la fertilidad progresiva, vieron a sus hijos eliminar las montañas y poblar los dominios.
Pero un fatídico día apareció un bellísimo joven llamado Zerbi. Este buscaba una joya muy extraña y singular, que proporcionaba la eterna juventud, belleza y felicidad. Éste pidió a Fura que le ayudara en la búsqueda y ella accedió. Anduvieron buscando muchos años pero no tuvieron éxito. Durante este tiempo, Fura se sintió atraída hacia Zerbi, a quien sedujo. Así, quedó desobedecido el mandato divino de fidelidad. Como castigo, Fura comenzó a tener remordimientos y una tristeza que no conocía hasta entonces, siendo consciente del pecado que había cometido al desobedecer el mandato de Are. Abandonó a Zerbi y regresó a su hogar, donde su esposo, al verla, supo todo lo ocurrido y pudo ver las consecuencias del pecado de su esposa: la vejez y la enfermedad.
Cada día envejecía progresivamente, la pena y la vergüenza embargaron su alma. Tena no pudo soportarlo y decidió acabar con su propia vida: Tena afiló cuidadosamente su porra, como una daga y, acostado sobre las rodillas de Fura, se apuñaló. La sangre comenzó a brotar de la herida, cubriendo los pies de Fura con una manta de arenas blancas y moradas, mientras que su alma comenzó la marcha hacia el sol.
Fura mantenía sobre sí misma el cuerpo inanimado de su esposo y le miraba y tocaba mientras lloraba sin consuelo. Cada lágrima que salía de los ojos de Fura se convertía en una joya. Mientras Tena moría, el dios Are convirtió a Zerbi en una gran roca, que veía con amargura el llanto de su amada. Zerbi pidió perdón a Are y solicitó poder auxiliar a Fura en estos duros momentos. Le fue concedido: de sus entrañas de piedra brotó una cascada que separó a Fura y a Tena, transformándolos en dos moles de piedra conocidas como Fura-Tena, para recordarnos el trágico destino del ser humano.
Por eso y desde entonces, los Muzos tienen su gran templo en la roca de Furatena, las minas de esmeralda más ricas, con las serpientes más venenosas y las mariposas más hermosas.
Nota:
La leyenda de Fura y Tena es parte del patrimonio cultural del área de explotación de Esmeraldas en Colombia y hay dos montañas que las representan: de 840 metros de altura (Tena) y 500 m (Fura), sobre el minero Guaquimay. River, Carare o Zarbi como se describe en la leyenda.
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