
El pueblo temeroso
Los inuit fueron los últimos nativos en llegar a América del Norte. Toda la buena tierra del sur ya estaba ocupada por tribus hostíles entre si, por lo que se establecieron en el Ártico. Nadie más quería ir a ese lugar, porque era uno de los climas más extremos del mundo. Pero los Inuit fueron maestros en adaptarse para sostener a su gente durante miles de años. Las personas del Ártico canadiense son conocidas como los esquimales. Solía llamarseles esquimales, palabra nativa americana que significa «comedor de carne cruda». Ahora el pueblo ártico es oficialmente conocido como el Inuit, que significa ‘la gente’, o singularmente, Inuk, que significa ‘la persona’.
Los idiomas de los Inuit se pueden dividir en muchos idiomas y dialectos diferentes. Sin embargo, todos los idiomas inuit provienen de una familia principal de lenguajes: los Inuit-Aleut, también conocidos como la familia de lenguas Eskimaleut.
La cosmogonía de los Inuit
El cosmos del pueblo Inuit no está gobernado por nadie. No hay figuras divinas de madre y padre. No hay dioses del viento, ni creadores solares. No hay castigos eternos en el más allá, ya que no hay castigos para niños o adultos en el aquí y ahora. Sus creencias espirituales comparten muchas similitudes con las de los pueblos nativo americanos. Las prácticas religiosas inuit tradicionales incluyen el animismo y el chamanismo , en el cual los curanderos espirituales median con los espíritus. Las historias, los rituales y los tabúes tradicionales de los inuit suelen ser precauciones contra los peligros que plantea su duro entorno ártico. Un angakkuq (sanador espiritual), dijo sobre las creencias religiosas inuit: «No creemos. Tememos». En una población que ha habitado una de las zonas más agrestes del planeta, es natural que desarrollasen creencias religiosas que asuman la naturaleza como una fuerza malévola. Por tanto, todo ritual está destinado a aplacar la furia de los espíritus naturales, encarnados en animales o en eventos climáticos como la ventisca. Canciones y leyendas se crean a partir de dichas creencias, que son transmitidas por los chamanes, personajes sanadores con poderes especiales dentro de la comunidad.
El Beso esquimal
Los inuit tienen el llamado beso esquimal. Se trata de una manifestación amorosa que se expresa frotando las narices uno contra el otro. La explicación occidental a esta conducta es que, si las temperaturas afuera son tan bajas, difícilmente una pareja inuit podría besarse en los labios sin que la saliva se congele. Sin embargo, la explicación de este suceso va más allá. Para ellos el «kunik» (beso esquimal) es un saludo íntimo que luce como si las personas frotaran sus narices, pero en realidad lo que hacen es olerse el pelo y las mejillas. De este modo, las personas se recuerdan entre sí a partir de su fragancia.
Palabras de un chamán esquimal iglulik:
«Deseaba convertirme en chamán con la ayuda de los demás, pero no lo conseguí. Visité a muchos chamanes famosos y les hice grandes regalos… Busqué la soledad y pronto me entró una profunda melancolía. A veces me echaba a llorar y me sentía muy desgraciado, sin saber por qué.
Entonces, sin razón alguna, de repente todo cambiaba y me sentía inexplicablemente alegre, con una alegría tan poderosa que era incapaz de contenerla, y tenía que ponerme a cantar, una poderosa canción en la que sólo había cabida para una palabra: ¡Alegría, alegría! Además, tenía que utilizar toda la fuerza de mi voz.
Entonces, en el seno de aquel misterioso y abrumador ataque de alegría, me convertí en chamán, sin saber yo mismo cómo había ocurrido. Pero era chamán…
Podía ver y oír de un modo totalmente distinto. Había adquirido mi qaumanEq (ver con los ojos del espíritu), mi iluminación, la luz chamanica del cerebro y del cuerpo, de modo tal que no sólo era capaz de ver a través de la oscuridad de la vida, sino que la misma luz emanaba de mí, imperceptible para los seres humanos, pero visible para todos los espíritus de la tierra, del cielo y del mar, que se me acercaron para convertirse en mis ayudantes espirituales».
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Foto de portada: Inuit Igloo Village